Opinión. Italia se debate entre la espada del Coronavirus y la pared de una Europa exigente.
Por Antonio Mizzoni
Un virus muy pequeño e invisible ha sido suficiente para desenmascarar las recetas neoliberalistas de estos últimos años, que han llevado a un corte en las investigación y la salud en nombre de una lógica privada presentando como despilfarros los que son, en realidad, derechos fundamentales de los ciudadanos. La situación en Italia es muy grave, no sólo en términos de salud por la propagación del virus y por las demasiadas muertes que se registran todos los días. A complicar un cuadro ya complejo está el aspecto económico.
La Unión Europea ha vacilado mucho, demasiado. Los países más fuertes económicamente, Alemania y Francia en primer lugar, en vez de arrimar el hombro a Italia, han preferido distanciarse para no estar afectados financieramente. En este momento solo países como China, Cuba y Venezuela, los llamados países “ comunistas”, han dado generosamente su ayuda a Italia enviando médicos y material sanitario.
El euro
Europa se ha convertido para Italia en un problema. Europa durante muchos años ha impuesto políticas depresivas, de austeridad, de lucha contra las políticas laborales y los derechos sociales. El pacto fiscal y las pautas de la Unión Europea han contribuido a bajar los salarios, comprimir la vida de las personas, hacer cortes en el gasto público. El Euro se está revelando siempre más no una moneda, sino un arma, un método de gobierno preciso y liberal que sirve esencialmente para vaciar a los pueblos de su soberanía monetaria, económica y política. El Euro es el cumplimiento del capitalismo absoluto que, después de la caída del Muro de Berlín, es decir de la caída del comunismo en Europa, ha declarado guerra a los Estados soberanos nacionales como lugares de primacía de la política democrática sobre la economía despolitizada.
El Euro ha sido el instrumento para desregular la economía, destruyendo los intereses nacionales de los estados, vaciándolos de su soberanía. Con el euro se ha impuesto el interés único de la finanza y la economía internacional. Esto significa una política neoliberal en detrimento de las empresas locales y los derechos de los trabajadores. El jefe del gobierno italiano, Giuseppe Conte, además de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus debe enfrentarse a una crisis económica sin precedentes.
Conte se halla, además, implicado en una disputa política interna e internacional. La Unión Europea quiere proponer a Italia el MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad) para la salvaguardia de la estabilidad financiera. Italia podría verse obligada a aceptar este mecanismo para salir del paso. Esencialmente el MEDE es un dispositivo insidioso, porque introduce la llamada regla de la condicionalidad; es decir se otorga la asistencia financiera a aquellos Estados de la Unión Europea que, a cambio se comprometen a implementar un programa de reformas y ajuste macroeconómico conforme a las tendencias neoliberales de la Unión Europea, que aparece cada vez más como un Comité empresarial de tecnócratas y clases dominantes contra las clases trabajadoras.
Estas tendencias coincidirán con la privatización de los servicios públicos, con la bajada de los salarios, con la reducción del gasto público, con la eliminación de cualquier limitación en el movimiento de bienes, realizando il programa político de la aristocracia sin fronteras. El Estado italiano sería ayudado pero privado de su autonomía política. Además de la pérdida de soberanía monetaria, Italia perdería también la soberanía política, aceptando reformas que beneficiarían a las oligarquías financieras y tecnocráticas en detrimento de la cada vez más extendida masa precaria posburguesa y posproletaria de trabajadores y clases medias.
Es por esto que Conte no quiere aceptar el MEDE con la condicionalidad que intenta proponerle la Unión Europea. Mientras tanto en Italia la lucha política no ha tenido tregua en este momento de grave emergencia de salud, de hecho se ha vuelto más amarga y todos los partidos políticos intentan aprovecharla. Los efectos de esta sobreexposición en los medios de comunicación han llevado a un crecimiento del consentimiento de los partidos de gobierno. Los partidos de oposición, la Lega Nord (Liga del Norte) y Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), que representan la derecha, han perdido el 1%. Estos partidos han lanzado un contraataque con distintas estrategias.
La líder de Fratelli d’Italia, Giorgia Meloni, ha elegido un ataque directo contra el Primer Ministro Conte y la Unión Europea (sobre todo Francia y Alemania), mientras que Salvini, líder de la Lega Nord, ha elegido la estrategia de atacar al Gobierno a través de los presidentes de las Regiones de Lombardía y Véneto, que son miembros de su partido, atacando a Conte por la naturaleza de las medidas tomadas para combatir el coronavirus y en el terreno de las competencias territoriales, pidiendo una mayor autonomía en la toma de decisiones. Conte luchará porque el MEDE no imponga condiciones vejatorias, sino la única condición de que se use el financiamiento para gastos sanitarios. El jefe del gobierno italiano tiene distintos frentes abiertos: se encuentra entre la espada del virus y la pared de una Europa exigente.