La historia de esta fortaleza es la historia de la ciudad. Muchas veces pensado como emblema de la tiranía extranjera, hoy es uno de los epicentros turísticos y culturales de Milán. Una historia de más de 600 años.
A unos 700 metros del Duomo de Milán se levanta uno de los castillos medievales mejor conservados dentro de casco céntrico europeo: el Castillo Sforzesco. De ingreso gratuito, comunica el centro de la ciudad con el Parco Sempione y es atravesado por miles de personas cada día.
Construído casi en paralelo con la gran catedral milanesa, su historia atraviesa los principales acontecimientos de la Edad Media y la Modernidad italiana. Construido de ladrillos de arcilla al más estilo gótico lombardo, el Castello Sforzesco tiene una historia fascinante.
El inicio
Entre 1360 y 1379, el señor de Milán, Galeazzo II Visconti, construye la primera fortaleza de la ciudad, un castillo defensivo en los muros medievales del ducado. Así nace lo que luego se transformaría en el Castello Sforzesco. Fue para la época, el más grande edificado por esta familia, con 180 metros de lado y 4 torres.
Es en este pequeño castillo que el último de los Visconti, Filippo María, transcurre su vida, solitario y sin haber dejado un heredero varón que continúe su linaje. Sólo le queda una hija ilegítima: Bianca María, quien en 1441 había contraído matrimonio con el capitán Francesco Sforza, llamado por el duque para defender el reino del ataque de los venecianos, los eternos enemigos de Milán.
Tras la muerte de Filippo María Visconti, los milaneses aprovechan la situación para proclamar la República Ambrosiana y liberarse de ese modo del yugo señoril. En un momento de decadencia económica y política, las familias patricias locales intentan crear un gobierno de nobles y juristas al estilo florentino. Pero las revueltas populares no cesarán con facilidad, y el capitán Sforza empieza a ganar terreno en este desequilibrio de fuerzas.
En 1450 Francesco Sforza es encoronado duque luego de asediar la ciudad -y a sus nobles-, y ser recibido por los ciudadanos como un verdadero liberador. Una vez en el poder, lo primero en lo que trabaja este hábil conductor es en renovar el castillo visconteo, un edificio al que los milaneses odiaban como correlato del odio hacia sus fundadores.
La llegada de la dinastía Sforza
Sforza les encarga a algunos reconocidos arquitectos, entre ellos el toscano Antonio Averulino, llamado Filarete, la construcción de una nueva fachada que mire hacia la ciudad, con una gran torre central. Los trabajos los continuaría Gadio, quien agregará dos torres redondas con un revestimiento más adecuado a la nueva artillería de la época. Algo parecido realizará en el lado opuesto, con torres apostadas para defender la parte septentrional.
Los trabajos en el castillo seguirán con el hijo de Francesco, Galeazzo María, quien para 1468 convertido en el duque de Milán, se muda al castillo con su esposa, Bona de Savoia, la cuñada del Rey Luis XI de Francia. En pocos años se completa la Rocchetta y la Corte Ducal, se decoran muchas salas y sobre todo la Capilla Ducal.
Tras el asesinato de Galeazzo María Sforza en 1476, su viuda Bona de Savoia asume la regencia del hijo de ambos, Gian Galeazzo, quien era tan solo un niño. Bona alza una torre para controlar el interno del castillo, una torre central que hoy lleva su nombre.
Con la llegada al poder de Ludovico María Sforza, alias el Moro, el castillo renace nuevamente a través del arte. Grandes artistas lo van a intervenir, como Leonardo Da Vinci, en la Sala delle Asse, o el Bramantino, decorando la Sala del Tesoro.
Tras la caída de Ludovico el Moro, el castillo pasaría a manos extranjeras hasta la llegada de la Unificación italiana.
La dominación extranjera
En 1499 cae Ludovico el Moro ante los franceses, y en los siguientes años, el castillo pasará de los franceses, al emperador germánico y éste a su vez pondrá a los hijos de Ludovico a gobernarlo. En 1521, bajo el dominio francés, la Torre del Filarete utilizada para almacenar pólvora, estalla y cae. El castillo se quedará sin su torre de ingreso por varios siglos.
La boda entre Francesco II Sforza y Cristina el 3 de mayo de 1534 será el último evento de su tipo para el castillo, al tiempo que dejará de ser usado como hogar señoril. El último de los Sforza deja el castillo en herencia al Emperador español Carlos V.
La llegada de los españoles
Será Don Ferrante Gonzafa, un capitán del Emperador, en promover en 1549, una nueva y gigantesca obra defensiva para el castillo: una fortificación a estrella de doce puntas. En este período la antigua casa de los Sforza se convertirá en una residencia para las guarniciones. Se crea una farmacia, un hospital, una bodega, una panadería, dos hornos, una hostería y hasta un heladera para conservar el hielo; además de dos iglesias y varios depósitos.
El llamado Viejo Hospital Español, es donde se encuentra hoy en día el Museo de la Piedad Rondanini, la última obra de Miguel Ángel. Se conservan de esa época además, algunas pinturas en los apartamentos ducales tanto en la Sala II como en la Sala VII del Museo de Arte Antigua.
La invasión austríaca
Aprovechando la guerra de sucesión española, en 1706 Eugenio de Savoia conquista Milán en nombre del emperador Giuseppe I de Habsburgo. En esta época no se realizarán cambios y por el contrario, el castillo iniciará un camino de ruina y descuido, se deterioran los frescos y pinturas, así como algunas decoraciones.
La estatua construida en 1727 de San Giovanni Nepomuceno, un santo protector de los ejércitos austríacos, es quizá la única obra de este período. Se la puede encontrar en el Patio de Armas, al ingreso de la Corte Ducal.
La llegada de Napoleón
Ante la llegada del ejército francés, el archiduque Fernando de Austria deja la ciudad. Desde mayo a junio del 1796, los últimos guardias austríacos resistieron al asedio francés. Una vez caído bajo el dominio napoleónico, el castillo sirvió para alojar a más de 4 mil hombres. La ciudadela estrellada alrededor del Castillo es destruída y en 1801, los arquitectos Luigi Canonica y Giovanni Antolini crean la plaza semicircular que rodea la entrada actual, llamada Foro Bonaparte, todo adornado con edificios clásicos; la obra se suspenderá rápidamente.
La constitución del reino Lombardo-Veneto, tras la caída de Napoleón, provoca que los austríacos vuelvan a la ciudad en 1815. Otra vez el castillo es usado como cuartel. Durante las llamadas Cinco Jornadas (18 al 22 de marzo de 1848) el castillo se convierte en una gran prisión para los ciudadanos milaneses arrestados. En 1859 concluye para siempre la invasión austríaca y la gran roca es asaltada por los ciudadanos, que roban armas, muebles y objetos dejados por los austríacos.
La Unificación de Italia y los restauros
En 1893 comienzan los primeros trabajos de restauración bajo la dirección de Luca Beltrami. Se demuele la llamada Ghirlanda y la caballeriza, y se vuelven a abrir las puertas llamadas del Carmine y Santo Spirito. Se arregla también la Torre de Bona. Dos años tardará el restauro donde se descubren la Sala delle Asse y la Sala del Tesoro, por ejemplo. La Rocchetta y la Corte Ducal, una vez adquiridas sus formas originales, se convierten en museos.
Pero la obra más significativa que llevará a cabo el arquitecto Beltrami será la reconstrucción de la vieja Torre del Filarete, realizada a través de una pintura de la escuela de Leonardo (La Madonna Lia), además de los castillos de Vigevano y Cusago, que son tomados como modelos para la obra. La torre finalizada, fue dedicada al nuevo rey Umberto I, en 24 de septiembre de 1905.
Epígrafes
- Este castillo vio pasar a todas las invasiones que vivió la ciudad. Austrohúngaros, franceses, españoles, franceses otra vez, austrohúngaros otra vez y hasta la IIGM.
- En 1378 inicia la obra del Castillo y en 1386 india la obra del Duomo
- Está dividido en tres partes: el patio de las armas, el patio de la Roccheta, y la corte Ducale, donde se hacen las fiestas, está la fuente. El parco Sempione era un zoo, donde se metían todos los animales que les traían de los lugares exóticos.
- Cuando se hacían fiestas dentro del castillo, se cubría todo el exterior del castillo con telas azules para hacer entender al pueblo que habría un festejo y que había una situación económica favorable.
- La torre del Filarete por su primer arquitecto fue reconstruída, tiene ladrillos nuevos. Está Umberto I y San Ambrogio. Al lado está el Biscione, el monstruo de la leyenda del Visconti.
- Los huecos que están en el castillo se usaban para meter maderas que servían de escalones para poder construirlo. Las ventanas no tenían vidrios, sino empantanes, que eran telas que se empanaban con cera, que las hacía resistentes para que no entrar el frio.