El genio renacentista es conocido por su prodigiosa habilidad en diversas disciplinas artísticas y científicas. Entre sus muchas facetas, su contribución al arte de la pintura al óleo es una de las más destacadas e influyentes en la historia del arte occidental.

Leonardo da Vinci fue uno de los primeros artistas europeos en adoptar y perfeccionar la técnica de la pintura al óleo. Aunque esta técnica había existido durante siglos, fue durante el Renacimiento italiano cuando se popularizó y se convirtió en el medio preferido de muchos artistas. La pintura al óleo permite una mayor flexibilidad y sutileza en la mezcla de colores, lo que le otorga a las obras una profundidad y realismo incomparables.

Una de las características más notables de la técnica de Leonardo era su uso de capas delgadas y transparentes de pintura. En lugar de aplicar colores gruesos y opacos, él prefería trabajar en múltiples capas de óleo, permitiendo que cada capa se secara antes de aplicar la siguiente. Esto le permitía lograr una profundidad de color y un efecto tridimensional que era revolucionario en su época. También utilizaba una técnica llamada “sfumato”, que consistía en difuminar los bordes de las figuras y objetos para crear transiciones suaves entre luces y sombras. Este efecto suave y etéreo se puede ver claramente en muchas de sus obras, como la famosa “Mona Lisa”.

El costo de la pintura al óleo 

Determinar con precisión cuánto se pagó por una pintura al óleo de Leonardo da Vinci durante el Renacimiento puede ser un desafío debido a la falta de registros detallados de ventas y transacciones de esa época. Sin embargo, se sabe que Leonardo da Vinci fue uno de los artistas más famosos y solicitados de su tiempo, lo que seguramente influyó en los precios de sus obras.

Algunas estimaciones y registros históricos sugieren que Leonardo fue bien remunerado por sus obras. Por ejemplo, se cree que la pintura “La Última Cena” fue encargada por Ludovico Sforza, Duque de Milán, para decorar el convento de Santa Maria delle Grazie en Milán. Leonardo trabajó en esta obra durante varios años, y aunque no se conoce la cantidad exacta que se le pagó, el pintor ha recibido una magnífica casa en el centro de la ciudad con su propia viña.

Otra obra de Leonardo, la “Mona Lisa”, también fue pintada en Milán y luego llevada a Francia cuando Leonardo se mudó allí. El rey Francisco I de Francia adquirió la pintura y se cree que la pagó generosamente. Sin embargo, el precio exacto no se ha registrado.

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Obras Maestras de Leonardo da Vinci en Óleo

La Última Cena (1495-1498): Esta icónica obra maestra representa el momento en que Jesús anuncia que uno de sus discípulos lo traicionará. Leonardo da Vinci utilizó la técnica del óleo para crear un mural en la pared del convento de Santa Maria delle Grazie en Milán. A pesar de los estragos del tiempo y la restauración, esta pintura sigue siendo un testimonio impresionante de la habilidad de Leonardo en la representación de emociones humanas y la profundidad de la psicología de sus personajes.

Mona Lisa (1503-1506): Quizás la pintura más famosa del mundo, la “Mona Lisa” es un ejemplo supremo del estilo de Leonardo. Utilizó la técnica sfumato para lograr una sonrisa enigmática en el rostro de la modelo, Lisa Gherardini. Los colores y la textura de su piel son casi palpables, y el fondo difuminado enfatiza aún más la figura central. Esta obra maestra está en exhibición en el Museo del Louvre en París y continúa fascinando a millones de visitantes cada año.

La Dama del Armiño (1489-1490): Esta pintura representa a Cecilia Gallerani, una amante de Ludovico Sforza, Duque de Milán. El uso magistral de la luz y la sombra en la obra, junto con la expresión serena de la joven y el detalle en el armiño que sostiene en sus brazos, hacen de esta pintura un ejemplo sobresaliente del virtuosismo de Leonardo.

La Virgen de las Rocas (c. 1483-1486): Leonardo da Vinci pintó dos versiones de esta obra, una en el Louvre y otra en la Galería Nacional de Londres. Ambas versiones destacan por su representación de la Virgen María, el niño Jesús, el niño Juan el Bautista y un ángel en un paisaje rocoso. Las técnicas de sfumato y el uso de colores suaves y luminosos hacen que esta obra sea un verdadero tesoro del Renacimiento.