Siguiendo el modelo de Corea del Sur y China, el gobierno analiza utilizar el big data y la vigilancia digital para disminuir los contagios de Covid-19. Privacidad versus emergencia sanitaria, una discusión que debemos darnos como sociedad.
El gobierno italiano evalúa en este momento la posibilidad de comenzar a utilizar una aplicación que ayude al monitoreo de todas las personas que han dado positivo al hisopado, publica el diario Corriere della Sera. El Ministerio de Salud espera el visto bueno del Ejecutivo y baraja varias opciones, ahora que la curva de contagios insinúa con bajar y es necesario más que nunca tener el control de la situación para evitar nuevos brotes. Una de las opciones en las que se piensa es la App SM-Covid19, nacida del spin-off SoftMining, de la Universidad de Salento, capaz de evaluar el riesgo de transmisión del virus mediante el monitoreo de las personas. A través de ella, los hospitales podrían tener acceso a datos de las personas en tiempo real e ir actualizando el estado de cada persona así como las personas con las que se tomó contacto.
“Encuentre al infectado, aíslelo, pruébelo, trate cada caso y rastree cada contacto”, ha precisado la Organización Mundial de la Salud. Es el modelo seguido por Corea del Sur, país que cuando detectó el primer caso de contagio, inmediatamente dictaminó la cuarentena obligatoria y utilizó toda la información de las empresas de celulares para trazar un mapa de cada movimiento de los ciudadanos, incluso de dos semanas para atrás. De este modo se supo de cada caso positivo, a quién había encontrado y dónde, pudiendo hacerse hisopados casa por casa.
Así, la App surcoreana “Corona 100m” te dice que si tenés algunos de los síntomas, se lo comuniques a las autoridades haciendo posible la reconstrucción de la cadena de contagios. El protocolo de aislamiento se hace entonces para todos aquellos que dan positivo al test, son asintomáticos o tienen síntomas leves. Al detectar de este modo a las personas, es posible también controlarlas para que no salgan de casa.
『 El resultado es sorprendente: después de dos semanas del inicio de reconstrucción del mapa de contagios, Corea del Sur logró que los contagios sean pasados de 800 al día, a 80.』
Las compañías telefónicas ya cuentan con esa información, y los datos son obtenidos incluso cuando no hay una conexión a Internet. ¿Por qué todavía no estamos usando esta tecnología? se preguntan los defensores de la big data en Italia, quienes además aseguran que el anonimato está garantizado una vez finalizada esta epidemia, además de la distribución de los datos. “La decisión es sólo política. El nuestro es el primer gran test de pandemia lanzado en un país democrático. Podemos hacerla si no nos enredamos en la privacidad”, explica Milena Gabanelli, una de las periodistas del Corriere della Sera, especializada en Datos y tecnología.
El dilema de nuestros datos
¿Por qué no utilizar las tecnologías de la información que tenemos a nuestra disposición por un bien común, en este caso por una cuestión de salud pública? ¿Por qué seguir cerrando fronteras y recurrir a métodos analógicos para detener la epidemia más importante del siglo? Dentro de las nuevas reglas que el gobierno italiano está dictando con sus decretos de emergencia – hay uno nuevo cada semana -, se han puesto en consideración las leyes de la privacidad y el uso de datos, leyes que tienen un gran arraigo tanto en Italia como en Europa, y que dejan la puerta abierta a la utilización de esta tecnología.
Las autoridades podrían solicitar a las empresas de telefonía celular que pongan a disposición toda la información, y utilizando estas aplicaciones, lograr controlar de una manera más efectiva el cumplimiento de la cuarentena y el distanciamiento social, generando además un gran ahorro en recursos humanos. Las compañías conservan además un gran caudal de información del pasado, por lo que sería útil para reconstruir este “mapa de contagios”. Otras aplicaciones como Facebook, Google Maps o Uber, también utilizan el GPS para identificar la posición del teléfono con mucha precisión, por lo que los datos podrían ser cotejados muy fácilmente.
Además del mapa de contagios, la App ayudaría a saber quién se está trasladando y porqué, mantener un monitoreo en vivo de las condiciones de salud de la población en tiempo real, controlar a los infectados que están en cuarentena de que no se muevan y hasta organizar la vida en la sociedad, con horarios para ir al supermercado o para tomar el transporte público, evitando las grandes concentraciones. Según los expertos, esto es de suma importancia sobre todo en el “después”, cuando sea necesario reactivar las actividades productivas y la circulación de las personas, evitando de esta manera nuevas oleadas de contagios.
Si le cedemos nuestra ubicación sin ningún reparo a Google Maps cuando queremos llegar a algún punto de la ciudad, o a alguna App de delivery para que nos traigan la comida, ¿Por qué no dársela al Estado para resolver esta crisis? La discusión nos lleva a pensar el rol que juegan nuestras democracias a la hora de correr los límites en la intervención en nuestra vida privada. ¿Por qué los países asiáticos lograron controlar la epidemia de una manera más rápida? ¿Por qué los asiáticos son más tolerantes a la intromisión y al control de los gobiernos en sus esferas privadas? Sobre eso reflexiona Byung-Chul Han, un reconocido filósofo surcoreano, en un artículo del diario El País de España.
Una cuestión cultural
“Los estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado. Y no solo en China, sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa”, explica el autor.
『 “Para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital. Sospechan que en el big data podría encerrarse un potencial enorme para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Europa todavía no se ha enterado. Los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas”.』
Según el autor, esta diferencia se debe a un motivo cultural: “En Asia impera el colectivismo. No hay un individualismo acentuado. No es lo mismo el individualismo que el egoísmo, que por supuesto también está muy propagado en Asia”. “Quien se aproxima en Corea a un edificio en el que ha estado un infectado recibe a través de la “Corona-app” una señal de alarma. Todos los lugares donde ha habido infectados están registrados en la aplicación”, sostiene el intelectual.
El método chino
En un artículo publicado por la Revista Science, de Kai Kupferschmidt y Jon Cohen, los periodistas cuentan de un informe emitido por la Organización Mundial de la Salud en conjunto con el gobierno chino publicado el pasado 28 de febrero. Un contingente de trece científicos extranjeros y doce chinos visitaron cinco hospitales del país asiático para estudiar el estado de situación de la epidemia del Covid-19. El documento concluye: “Las medidas extremas adoptadas por China para contener la difusión del virus ha cambiado el curso de la epidemia que se estaba alargando rápidamente”. ¿Qué hizo China para tener controlada la situación en un mes? Vigilancia electrónica y aislamiento.
Las autoridades chinas construyeron un hospital en ocho días en Wuhan y lanzaron un plan sin precedentes para individualizar a cada persona que había tenido contacto con los enfermos. Sólo en esa ciudad, 1800 equipos de cinco personas cada uno, se abocaron a la tarea. Se cerraron las escuelas, se suspendieron los eventos deportivos y se cerraron los comercios y lo bares. Hasta acá, lo mismo que pasó en Italia. Para quien salía de casa, el barbijo era obligatorio.
Pero China, sin dudar, recurrió al uso de la tecnología para monitorear a las personas. Apps como WeChat permitieron al gobierno seguir a las personas. Así, a cada persona se le asignaba un código basado en los colores del semáforo, el cual a través del Smartphone debía ser mostrado a las autoridades. La policía en las estaciones pedía el código a los pasajeros y de acuerdo al color, los dejaba pasar o los detenía. “Por causa de estas medidas, la vida social fue extremadamente reducida”, se leía en aquel informe de la OMS.
China es un país socialista, por lo que los intereses colectivos van por arriba de los intereses individuales. ¿Estamos dispuestos a dar nuestra privacidad a cambio del bien común? ¿Confiamos en nuestros gobiernos democráticos para que hagan un uso responsable de esa información? ¿Qué se hará realmente después con esos datos? ¿No la están usando ya? ¿Somos conscientes de la información que aceptamos en la letra pequeña y de guardar la dirección en Google Maps? Como sociedad nos debemos algunas discusiones, quizás ahora que tenemos un poco de tiempo, podríamos profundizar sobre nuestra posición.